Iba recogiendo el polvo del camino con el ruedo del abrigo. Eso le dijo. Pero ella sabía que iba dejando huella para que lo siguiera, para que lo encontrara -por casualidad- en el claro del bosque.
Iba recogiendo moras para preparar el licor. Eso le dijo. Pero él sabía que iba siguiendo su rastro. Podía sentir su olor a hembra en celo, atraída por el almizcle de su entrepierna.
Mañana… quizás mañana se animaran a más.
Cuando estuvieron muy cerca el uno de la otra, en el claro del bosque, ella se llevó el abrigo para lavar y él las moras para el licor.
Claudia Sánchez escribe desde Buenos Aires, Argentina. En su blog reúne minificciones y minirrelatos. ¡Visítalo!
Imagen: FL4Y