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  • COVID-19: ¿Cómo responde la ciencia al desafío de un virus silencioso y una pandemia en plena aceleración?

    Shutterstock / ETAJOE

    A diferencia de otras enfermedades, como las cardiovasculares, las neurodegenerativas o el cáncer, solo las enfermedades infecciosas pueden causar una disrupción global, un caos total, y cambiar el rumbo de la historia de la humanidad.

    Desgraciadamente, la inversión en investigación sobre enfermedades infecciosas es mucho menor que en otras áreas de la biomedicina. A pesar de que sabíamos que algo como la COVID-19 podía pasar, no nos lo queríamos creer. Se pensaba que las pandemias solo afectaban a los países pobres… y se llegó tarde.

    La pandemia se está acelerando

    Uno de los principales problemas ha tenido que ver con la toma de decisiones. Si sobreactuamos y no pasa nada (como ocurrió con la pandemia de gripe de 2009) somos criticados, pero si actuamos tarde podemos causar una catástrofe. En estos casos siempre es mejor sobreactuar: salva vidas. En las crisis es mejor actuar rápido que perfecto, si esperamos a la perfección quizá ya estemos muertos.

    Los datos muestran que, a nivel global, la pandemia de COVID-19 se está acelerando y que quizá solo sea el principio. Preocupa mucho lo que pueda pasar en África, donde podemos estar en el inicio de una hecatombe. No solo por las muertes directas que cause el coronavirus, sino por las muertes indirectas debidas a la disrupción del sistema sanitario. Preocupa también cómo afectará la pandemia a otros programas de salud global. Y, por supuesto, cómo se comportará la COVID-19 como cofactor junto con otras enfermedades infecciosas muy frecuentes en el continente africano como la malaria, el VIH y la tuberculosis.

    Otro de los problemas a los que nos enfrentamos es la falta de coordinación. Se echa en falta una definición clara y común sobre qué es un caso de COVID-19, para evitar las polémicas con las cifras. Existen claras dificultades a la hora de comparar los datos de distintas partes del mundo, e incluso dentro de España. Se necesitan soluciones técnicas para el manejo y análisis de los datos, así como compartir los datos con transparencia, para poder generar información, conocimiento y facilitar el control del virus.

    ¿Lo peor de este virus? Que es silencioso

    Estamos ante un virus respiratorio muy bien adaptado al ser humano, capaz de causar no solo neumonía, sino también una enfermedad sistémica. Las principales características que hacen que el SARS-CoV-2 sea muy difícil de controlar son:

    la presencia del virus en personas asintomáticas que lo transmiten con gran facilidad;

    su enorme capacidad de infectar distintos tipos celulares y causar una gran variedad de patologías (en pulmón, intestino, riñón, cerebro, corazón, vasos sanguíneos, páncreas…);

    su capacidad de inducir una respuesta inmune limitada;

    y la reemergencia en un 14% de los infectados en pacientes supuestamente “recuperados”.

    Sobre el origen del SARS-CoV-2 no hay duda de que es natural, no es fruto de la ingeniería genética. Aunque no es un virus de transmisión fecal-oral, se excreta por la heces. El análisis de las aguas residuales de un núcleo urbano es un excelente sistema de alerta temprana y de predicción de la presencia del virus. Entre otras cosas porque permite detectar el virus semanas e incluso meses antes de que se manifieste clínicamente.

    Es muy probable que este tipo de análisis acabe demostrado que el virus circulaba mucho antes de diciembre de 2019 de forma asintomática.

    Diagnóstico, tratamiento y vacunas: la respuesta de la ciencia

    El diagnóstico y la detección temprana son fundamentales. En estos últimos meses son más de 270 los test de diagnóstico que han sido aprobados. Entre otros, PCR, análisis serológicos, de amplificación isotérmica, de antígenos, por secuenciación masiva e incluso basados en la técnica de CRISPR.

    Estos últimos, con acrónimos tan curiosos como DETECTR, SHERLOCK, CARMEN, CONAN, ofrecen una metodología mucho más sencilla, barata y rápida que la RT-PCR y pueden ser un excelente método de cribado poblacional.

    Aunque de momento no existe ningún tratamiento especifico, a día de hoy hay más de 2 700 ensayos clínicos en curso. Por lo tanto, parece probable que se acabe encontrando algún fármaco o combinación de ellos capaz de responder a las necesidades terapéuticas.

    Existen diversas estrategias en estudio. Algunas se centran en reposicionar fármacos ya empleados para otras funciones, basándose en lo que se va conociendo sobre la biología y replicación del virus. Otras se enfocan en la búsqueda de posibles inhibidores de las interacciones entre el virus y las proteínas humanas. Un compuesto que de momento destaca por su potente actividad antiviral in vitro es la Aplidina de PharmaMar, que ya ha comenzado los ensayos clínicos.

    Respecto a las vacunas, hay más de 135 prototipos diferentes y al menos 30 en distintas fases de ensayo clínico. Se ha acelerado el proceso de obtención de vacunas también porque ha habido un aumento de inversión sin precedentes. Es muy probable que, al final, sean varios tipos de vacunas las que salgan al mercado. Para distintos usos, para distintas edades y para diferentes situaciones.

    Nos interesan vacunas cuanto antes, pero seguras, que cumplan cuatro principios básicos:

    No hacer el mal: que lo que se haga no cause otros efectos.

    Hacer el bien: que protejan frente al SARS-CoV-2.

    Que se cuente con la información y consentimiento de las personas.

    Que estén a disposición de todo el mundo que las necesite.

    Las prisas no pueden servir de excusa para saltarse estos requisitos. Se trata de acelerar los pasos, pero no saltarse ningún paso. Se necesitan vacunas que se puedan fabricar y distribuir de forma rápida, que sean seguras y que funcionen, aunque no sean las propuestas más sofisticadas y mejores. Es fundamental conservar la confianza de la población para no favorecer los movimientos antivacunas, de ahí que sea tan importante la transparencia. Solo se van autorizar vacunas por criterios científicos. Se va a ser tan rigurosos como si el desarrollo hubiera llevado diez años.

    En España tenemos el conocimiento, pero falta cooperación, capacidad de ensayos en primates y capacidad de producción a gran escala.

    La inmunidad celular

    El estudio de seroprevalencia que se ha hecho en España es uno de los mejores a nivel mundial. Se ha descrito que algunas personas infectadas dejan de ser seropositivos con el tiempo: al cabo de tres-cuatro meses, casi el 50% pueden llegar a perder los anticuerpos.

    ¿Es grave perder los anticuerpos? Los anticuerpos son una parte de la inmunidad, la más fácil de medir, pero no la única. La inmunidad celular, la que depende de los linfocitos T, no se mide tan fácilmente. En los coronavirus catarrales las reinfecciones son más benignas que la primera infección, porque la inmunidad celular protege.

    Perder la detección de anticuerpos no es grave. El coronavirus no causa una deficiencia inmune progresiva, como el VIH, sino que hay inmunidad celular. Pero, ¡ojo!, aunque la segunda infección sea más leve, la persona sigue siendo infecciosa y puede transmitir el virus, por eso no tiene sentido el pasaporte inmunitario.

    Algunas personas infectadas por SARS-CoV-2 no generan anticuerpos pero sí tienen una inmunidad celular, y pueden estar protegidos. Porque sí, se puede no tener anticuerpos y estar protegido. Se ha detectado inmunidad celular contra el SARS-CoV-2 en personas que no han tenido contacto con SARS-CoV-2, por exposición quizá a otros coronavirus catarrales. ¿Qué papel o impacto puede tener esto? ¿La exposición previa a otros coronavirus protege? ¿Contribuye esto a la alta cantidad de asintomáticos? Todavía no tenemos las respuestas.

    También hay que tener en cuenta que existen diferencias en el nivel de expresión de los genes del sistema inmune entre hombres y mujeres. Esas diferencias aumentan a partir de los 65 años. Por ejemplo, los hombres tienen una respuesta proinflamatoria mayor que las mujeres. Estas son más propensas a las enfermedades autoinmunes, pero también responden mejor a las infecciones con la edad, al contrario que los hombres. Esta puede ser una de las razones por las que la COVID-19 es mucho más grave en hombres que en mujeres a partir de cierta edad.

    La infodemia

    La pandemia ha supuesto también un cambio en la comunicación de la ciencia. En poco más de un mes conocemos más del SARS-CoV-2 y de la COVID-19 que de otras enfermedades en lustros. Este exceso de información científica, que ni siquiera la propia comunidad científica es capaz de asimilar, junto con la nueva realidad de un mundo hiperconectado a través de las redes sociales, ha generado una auténtica pandemia de información: una infodemia.

    La infodemia ha generado problemas de informaciones erróneas, bulos y malas interpretaciones.

    La comunicación en tiempos de crisis debe basarse en la confianza, transparencia, claridad, sencillez y rigor. Ahí es donde el papel de la comunicación y la divulgación de la ciencia tienen un papel esencial.

    No cabe duda de que la ciencia sigue avanzando contra la pandemia. Pero ¿qué puede ocurrir en el futuro? Los brotes demuestran que no hemos vencido al virus, que sigue ahí fuera, que no se ha debilitado. Es probable que algún brote se pueda descontrolar y causar una diseminación mucho mayor, por eso es muy importante su vigilancia.

    Quizás (es más una esperanza que una certeza) en un año y medio o dos años se consiga cierta inmunidad de grupo que, junto con alguna vacuna, haga que la COVID-19 acabe siendo un virus respiratorio más de la lista de virus que nos visitan todos los años, con una cuota de mortalidad “aceptable” socialmente, no como ahora.

    ¿Qué hacer mientras para gestionar este proceso? La ciudadanía debe intentar evitar el contagio, las autoridades sanitarias tomar la delantera al virus: rastreo, cuarentenas y aislamiento.


    Estas reflexiones desde la ciencia sobre la pandemia, el virus y la enfermedad son fruto del curso de verano presencial sobre el coronavirus SARSCoV2: “La ciencia ante el desafío de la COVID19”, organizado por la Universidad Complutense de Madrid durante los días 22 y 24 de julio en San Lorenzo de El Escorial. Dirigido por los catedráticos de Microbiología Victor J. Cid, de dicha Universidad, e Ignacio López-Goñi, de la Universidad de Navarra, ha contado con la participación de Albert Bosch, presidente de la Sociedad Española de Virología (SEV); Pedro Alonso, director del Programa Mundial de Malaria de la OMS; José Manuel Echevarría, exdirector del Área de Virología del Centro Nacional de Microbiología del Instituto de Salud Carlos III; Lluís Montoliu, Luis Enjuanes, y Juan García Arriaza, investigadores del Centro Nacional de Biotecnología (CNB-CSIC); Adolfo García-Sastre, codirector del Global Health & Emerging Pathogens Institute y del Icahn School of Medicine at Mount Sinai en Nueva York; María Jesús Lamas, directora de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios; Margarita del Val, investigadora del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa-CSIC; y Julio Mayol, director médico del Hospital Clínico San Carlos.


    The Conversation

    Ignacio López-Goñi does not work for, consult, own shares in or receive funding from any company or organization that would benefit from this article, and has disclosed no relevant affiliations beyond their academic appointment.

    Fuente: The Conversation (Creative Commons)
    Author: Ignacio López-Goñi, Catedrático de Microbiología, Universidad de Navarra

  • Conferencia de prensa desde el AICM. Lunes 27 de julio 2020 | Presidente AMLO

    Conferencia de prensa desde el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México. Lunes 27 de julio 2020. Presidente AMLO

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  • ¡Conoce a las mentes detrás de la exitosa Rodada Godínez que la rompió en la CDMX!

    Se reconoce que los mexicanos se saben organizar para la fiesta.. pero  ¿qué tal organizar una rodada monumental entre el Estado de México y CDMX?

    Pues bien, esto lo hicieron en conjunto colectivos ciclistas de tres municipios: Naucalpan, Atizapán y Tlalnepantla, por amor a la bicicleta, pero también para fomentar el uso de ésta como medio de transporte entre los oficinistas que cruzan las dos entidades todos los días, significando menos autos, menos contaminación, menos riesgo de contagio de covid-19 en comparación con el transporte público y, la cereza en el pastel, más salud, que es justo lo que necesitamos en esta época de pandemia.

    El resultado: alrededor de 150 personas se trasladaron de Satélite a Polanco en la llamada Rodada Godínez, todos con cubrebocas y sana distancia, donde al término hicieron redes para que continúen rodando juntos o se animen más adelante en solitario, y esperando que tal incremento de ciclistas sea tomado en cuenta por sus gobiernos locales para acelerar la implementación de ciclovías.

    Conoce a cuatro miembros clave en la organización de esta rodada:

    Patricia Calderón

    Colectivo Bicimixtles, Naucalpan.

    Urbanista. Directora de una desarrolladora inmobiliaria.

    ¿Qué significa ser mujer y ciclista? ¿La cultura del patriarcado afecta al ciclismo?

    Ser una mujer ciclista es vencer paradigmas sobre cosas que las mujeres somos incapaces de hacer o de hacer bien; si las mujeres “no sabemos conducir”, ¿por qué sabríamos rodar? Estar detrás de un manubrio y rodar por una ciudad como la CDMX desde hace 10 años, cuando era todo un reto hacerlo, me hizo no sólo enfrentarme si no vencerlo, es algo que, ni si quiera muchos hombres, se atreven a hacer.

    ¿Cómo te iniciaste en la bicicleta a manera de transporte?

    Trabajaba a 5 km de mi casa, y mis trayectos en auto eran de más de una hora. Un domingo, lo intenté, hice 25 minutos, y desde ahí, no lo solté. Rodaba con miedo, a veces hasta por las banquetas. Hoy vivo en Edomex y trabajo a más de 15 km, y sigo rodando.

    Iván Morales

    Colectivo Soy_Movilidad, Atizapán.

    Estudiante de Arquitectura.

    ¿Cuáles serían tres consejos clave que darías a alguien que recién va a empezar a rodar?

     Conocer su ciudad (rutas, lugares seguros para dejar su bici, calles), tomar todas las medidas de seguridad (casco, luces, incluso un buen candado o cadena, y NO usar audífonos al pedalear), y tomar un curso o tutorial de mecánica básica y cargar con herramienta necesaria.

    ¿Cómo animar a alguien de cambiar el auto o transporte público por la bicicleta?

    Una forma sería acompañar a esa persona a uno de sus recorridos habituales, comparar distancias, tiempos, incluso, la economía, ya que el Estado de México cuenta con un transporte público caro y precario, además de que se ejercitará, y un plus sería que existiera infraestructura ciclista aquí ya que mucha gente en realidad le tiene miedo a los autos.

     

    Araceli Morales

    Colectivo Soy_Movilidad, Atizapán.

    Maestra.

    ¿Qué sigue para ti como activista de la movilidad sustentable?

    Seguir con la lucha para que se haga realidad lo de las ciclovías, que más personas se unan a este modo de transporte, concientizar a las personas que usan sus carros para ir a menos de 2 km, es un gran trabajo, pero debemos seguir con esa lucha, ya que nos beneficia a todos.

    ¿Has logrado que algún conocido tuyo se anime a trasladarse en bicicleta?

    Si, un amigo cuando vio que hacía menos tiempo para llegar al trabajo en bici, optó por utilizarla.

     

    Carlos Grimaldo

    Colectivo Bikenepantla, Tlalnepantla.

    Estudiante y empleado.

    ¿Qué ventajas tiene unirse a un colectivo? ¿Deberían todos los ciclistas unirse a uno?

     

    Nos sentimos más protegidos al sabernos visibles, podemos aprender bastante con experiencias ajenas. Hay un dicho famoso: “si vas solo, vas más rápido, pero acompañado llegarás más lejos”.

    ¿Cómo te iniciaste en la bicicleta a manera de transporte?

    Fui víctima de un robo con violencia, me robaron mi coche generando un estrés postraumático severo que me provocó malestares físicos y emocionales, no quería manejar de nuevo, así que me recomendaron usar la bici y como tenía muchos amigos en el medio, fue fácil adaptarme.

    Sigue a estos colectivos en Twitter y en Facebook: Bicimixtles, Soy_Movilidad y Bikenepantla, porque vienen más rodadas para que sigas ganando confianza en la bicicleta, y seas parte de mejorar México.

    Aquí puedes leer las entrevistas completas 😉

     

     

     

     

     

     

  • La Covid-19 revoluciona el sistema de publicación científica

    shutterstock Shutterstock / VLADJ55

    En los últimos meses hemos visto abundancia de prepublicaciones y estudios sobre la COVID-19 y el coronavirus que la provoca. El motivo está en la necesidad de contar de manera inmediata con evidencias y resultados fiables.

    En este periodo se han detectado tres tipos de reacciones en la comunidad científica: la de la propia comunidad académica, la de la editorial y la de los especialistas en Inteligencia Artificial (IA), tecnología semánticas y recuperación de información.

    Más de una veintena de artículos sobre la COVID-19 han sido retractados, según The Retraction Watch.

    Algunos de los estudios retirados habían sido publicados en revistas muy prestigiosas del área –The Lancet y The New England Journal of Medicine–, lo que ha provocado que se cuestionara de nuevo el sistema de revisión por expertos (peer review).

    Este sistema representa el primer filtro y la validación por parte de especialistas de los contenidos de un artículo. Las críticas a este proceso han existido siempre, pero en esta ocasión, por el impacto social de la pandemia, han traspasado la frontera de la comunidad científica y alcanzado la esfera pública a través de los medios de comunicación.

    La propia comunidad científica ha reivindicado durante la pandemia la necesidad de velar por la calidad de los contenidos y su solidez antes de la publicación.

    En este tema, se identifican posiciones para todos los gustos. Vincent Lariviére, un especialista en estudios de la ciencia, dijo recientemente:

    Si la revisión por pares fuera un fármaco no llegaría al mercado, ya que no tenemos claras sus ventajas pero conocemos muchos efectos adversos.

    Otros defienden el método, aceptando sus limitaciones. Tal y como lo ven algunos expertos, estas retractaciones son la muestra de que la comunidad científica cuida constantemente de los resultados que se producen y se autocorrige.

    El peer review no acaba cuando se publica un artículo. Implica un primer control sobre los contenidos, que se produce dentro del equipo editorial de una revista, y con el peso específico de dos o tres evaluadores para cada artículo. Naturalmente, no es un proceso exento de errores. Pero allí donde falla el sistema está la propia comunidad académica que detecta fallos, identifica carencias y descubre debilidades.

    Por otra parte, no es solo que los ojos de los académicos estén alerta ante lo que se publica. La publicación científica forma parte de un complejo ecosistema, en el que cada vez hay más herramientas y prácticas científicas recomendadas que permiten incrementar las garantías sobre lo que se publica.

    Una de ellas, especialmente relevante en estos días, es la vinculación de un artículo a datos abiertos en los que se basa y su cumplimiento de los principios FAIR (Encontrable, Accesible, Interoperable y Reusable, por sus siglas en inglés, que significan “justo”).

    Las reacciones de la comunidad editorial

    Más allá de los naturales llamamientos por parte de las asociaciones de editoriales para asegurar la calidad y la agilidad en la evaluación de originales, han sido especialmente destacadas las iniciativas colaborativas entre editoriales.

    Se ha visto que la solución al problema de contar con artículos de rápida publicación, pasaba por compartir procesos y recursos. También por crear vasos comunicantes entre estructuras que antes no estaban comunicadas, precisamente por cuestiones de mercado, de competencia entre revistas.

    Acelerar las revisiones de los artículos y facilitar el intercambio de informes de revisión entre revistas han sido fórmulas para garantizar revisiones rápidas, pero con garantías.

    Si ha habido un foco de interés en esta época de pandemia, que además ha marcado un cambio en la comunicación científica, han sido los servidores de prepublicaciones como MedRxiv y BioRxiv.

    Con un crecimiento imprevisto e inundados de artículos (5071 medRxiv, 1317 bioRxiv) han tenido que comenzar a filtrar y rechazar de partida algunos artículos que derivaban a revistas científicas para que los trabajos pasaran por los correspondientes procesos de revisión. Eso hizo bioRxiv con los estudios predictivos basados en cálculo computacional. El riesgo de hacer públicas investigaciones no contrastadas puede causar mucho daño.

    Al margen de la gestión de los repositorios de prepublicaciones, son destacables las nuevas iniciativas entre editoriales, por cuanto cambian las dinámicas de lo editorial. PreReview es un ejemplo: una plataforma que permite a cualquier investigador identificado mediante su ORCID solicitar la revisión de una prepublicación.

    Esa petición será atendida por toda una red de evaluadores que se han comprometido a realizar evaluaciones rápidas, basadas en un cuestionario estructurado y que conducen a decidir si ese texto debe pasar a revisión por expertos, ya en el marco de una revista científica.

    Así se crea el vaso comunicante, pues se produce un trasvase de textos desde los servidores de prepublicaciones a las revistas científicas, impulsado por los propios investigadores. Es una iniciativa que trasciende a los sellos editoriales particulares. Se trata de una acción editorial conjunta, infrecuente en un mercado tan competitivo como el de la edición académica.

    Merece la pena detenerse en cómo la gobernanza de la ciencia se modifica en parte. Sale un poco del radio de acción de las grandes editoriales académicas y reposa un poco más en las necesidades reales de la comunidad académica, en la acción colectiva editorial, en los principios de la ciencia abierta y, desde luego, en los grupos y entidades que promueven la integridad de la investigación y las nuevas formas de evaluación científica. Todo ello muy relacionado entre sí.

    Colaboración, intercambio de datos e IA

    La Inteligencia Artificial es una aliada clave en el tratamiento de grandes corpus de textos científicos, en la búsqueda sobre ellos para localizar datos, hallazgos relevantes o asociaciones entre temas. Ha permitido de algún modo ordenar y filtrar entre el maremágnum de literatura científica que se ha producido durante la pandemia.

    Un desarrollo anunciado por Nature, Scite.ai, permite ver la red de citas que recibe una prepublicación, ya sea para validarla o refutarla. Esto ayuda a discernir entre lo que puede ser valioso y lo que no.

    Lo abierto, ya sean textos, datos o citas, es crítico en la comunicación científica actual. Porque textos, datos o citas son bases también del trabajo realizado por los equipos de Semantic Scholar y el Instituto Allen: están compartiendo miles de textos aunados en el corpus CORD-19 (COVID-19 Open Research Dataset). Equipos de IA de todo el mundo desarrollan herramientas para responder a preguntas de la comunidad científica que pueden ser respondidas a partir del análisis de ese inmenso corpus.

    Uno de ellos ha sido el grupo Ontology Engineering Group (Universidad Politécnica de Madrid), que ha desarrollado un buscador terminológico para contribuir a esta tarea: https://oeg-upm.github.io/covid19/.

    Estas aplicaciones, que han constituido una solución ante la avalancha de publicaciones científicas, hacen pensar de algún modo que la ciencia abierta ha acabado de arraigar con la COVID-19.

    Ya no basta, además, con disponer de literatura científica y datos en abierto. Su estructura y su marcado semántico son esenciales para poder analizar y encontrar aquello que la comunidad científica –-y la sociedad– quiere encontrar. Muchas grandes editoriales y productores de contenidos de perfil internacional lo tienen claro desde hace tiempo y han afrontado con determinación su transformación digital. De ello depende, por ejemplo que recibamos con puntualidad lo que publican, que lo encontremos fácilmente y bien posicionado en buscadores y que puedan ofrecer contenidos de manera inmediata.

    Así ha sucedido durante la pandemia: la comunidad académica ha podido acceder a miles de artículos científicos para su consulta pero también para su tratamiento mediante técnicas de minería de datos.

    De la transformación digital de las editoriales seremos beneficiarios todos los académicos, tanto para el acceso a la literatura científica y a los datos, como para su uso con fines de investigación. Pero es necesario considerar un factor crítico, relacionado con el hecho de que la comunicación de la ciencia es multilingüe.

    El inglés es necesario para difundir, hacer visibles e intercambiar resultados de investigación con académicos de todo el mundo. Eso está fuera de toda duda. Sin embargo, tanto para la comunicación entre especialistas dentro de un país o de una región, como para la comunicación con la sociedad, las lenguas nacionales y locales son necesarias.

    Por ello, además de admirar y valorar las innovaciones que se están produciendo en la comunicación científica, debemos preguntarnos hasta qué punto esas transformaciones pueden darse y proponerse en las estructuras editoriales del conjunto de países de habla hispana.

    Apenas ha habido artículos científicos en español sobre la COVID-19 en revistas científicas de España. Esto se relaciona con que los artículos españoles han sido enviados a revistas internacionales. La ciencia producida en español, los nuevos hallazgos y los nuevos datos no se han publicado en revistas científicas nacionales, sino en medios de comunicación generalistas y más especializados, como SINC o The Conversation.

    Los ritmos de evaluación, la publicación de números cerrados que no permiten la publicación según finaliza la evaluación, la falta de dinamismo en redes, lo “estático” de las estructuras editoriales y los formatos de los contenidos son algunos de los factores que han influido en esta situación.

    Al mismo tiempo cabe preguntarse de qué forma las comunidades académica y editorial españolas participan en las redes internacionales que se organizan para agilizar la evaluación y mejorar la disponibilidad de contenidos científicos rigurosos. ¿Participamos en las infraestructuras y organizaciones internacionales? ¿Qué implica eso para la comunicación científica en español? ¿Debe la comunidad iberoamericana participar más activamente o proponer sistemas cooperativos y colectivos para afrontar el desafío de comunicar la ciencia en español?

    Quizá debería haber un mayor compromiso de la comunidad académica por cuidar la comunicación científica en español, como una derivada más de la difusión de su actividad. Pero también debería haber una reflexión colectiva, seguida de acciones, por parte las instituciones de política científica y lingüística para que las estructuras editoriales de nuestros países pudieran afrontar una verdadera transformación digital. Así lograremos que los contenidos científicos en español puedan ser versátiles, valiosos y visibles para la comunidad académica hispanoblante y para nuestras sociedades.

    The Conversation

    Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.

    Fuente: The Conversation (Creative Commons)
    Author: Elea Giménez Toledo, Científica titular del CSIC, Centro de Ciencias Humanas y Sociales (CCHS – CSIC)

  • Las emisiones de metano aumentan peligrosamente: ¿quién tiene la culpa?

    Sukree Sukplang/Reuters

    La ganaderia, agricultura, y los combustibles fósiles son los principales responsables de la aceleración en las emisiones de metano. Aumentan a una tasa acorde a los escenarios climáticos que auguran un incremento de temperaturas de 3-4 °C a finales de este siglo.

    Acabamos de publicar dos trabajos de investigación que muestran el preocupante crecimiento de las emisiones globales de metano. En ellos también exploramos lo que esto significa para los objetivos del Acuerdo de París.

    La concentración de metano en la atmósfera alcanzó 1 875 partes por mil millones a fines de 2019, más de dos veces y media los niveles preindustriales.

    Una vez emitido, el metano permanece en la atmósfera durante nueve años, un período mucho más corto que el del dióxido de carbono. Sin embargo, su potencial de calentamiento global es 86 veces mayor que el del CO₂ cuando se promedian sus impactos en los primeros 20 años y 28 veces mayor en 100 años.

    Las emisiones de metano del sector agrícola siguen creciendo tanto en España como en Brasil, mientras que en otros países de Europea y Latinoamérica las emisiones totales son estables o han disminuido.

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    La agricultura y los combustibles fósiles son las principales causas del aumento de los niveles de metano.
    EPA

    El balance global de metano

    Hemos estimado un balance de metano mundial teniendo en cuenta todas las fuentes y sumideros. Las fuentes incluyen actividades humanas como la agricultura y la quema de combustibles fósiles, así como fuentes naturales como los humedales. Los sumideros comprenden la destrucción de metano en la atmósfera y los suelos.

    Nuestros datos muestran que las emisiones de metano crecieron casi un 10 % desde la década de 2000-2006 hasta el año más reciente de estudio, 2017.

    El metano atmosférico aumentó alrededor de 12 partes por mil millones cada año. Esta velocidad es acorde al escenario modelado por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático en el que la Tierra se calienta entre 3 y 4 °C a finales del 2100.

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    Evolución de las emisiones de metano en la atmósfera en los últimos 2000 años. Datos obtenidos de registros en el hielo y la atmósfera.
    BoM/CSIRO/AAD, Author provided

    Durante la década del 2008 al 2017, el 60 % de las emisiones de metano provenían de actividades humanas. Entre ellas figuran, por orden de importancia:

    La agricultura, la ganadería y los vertederos. En particular las emisiones de animales rumiantes (ganado), estiércol, vertederos y el cultivo de arroz

    La producción y uso de combustibles fósiles. Principalmente de la industria del petróleo y el gas, seguida de la minería del carbón.

    La quema de biomasa. Esta incluye la quema de madera y biocombustibles para calefacción y energía, e incendios forestales.

    El resto de las emisiones (40 %) provienen de fuentes naturales. Por orden de contribución al balance global, estas incluyen:

    Los humedales. Principalmente los situados en regiones tropicales y partes frías del planeta como Siberia y Canadá.

    Lagos y ríos.

    Fuentes geológicas naturales en la superficie de la tierra y océanos. Algunos ejemplos son las filtraciones de gas y petróleo, y los volcanes.

    Fuentes pequeñas como las termitas en las sabanas de África y Australia.

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    Balance global de metano.
    Global Carbon Project, CC BY-SA

    ¿Y qué pasa con los sumideros de metano? Alrededor del 90 % del metano es finalmente destruido, u oxidado, en las partes bajas de la atmósfera cuando reacciona con el radical hidroxilo. El resto se destruye en la alta atmósfera y en los suelos.

    El aumento de las concentraciones de metano en la atmósfera podría deberse, en parte, a una disminución de la tasa de destrucción del metano, así como al aumento de las emisiones. Sin embargo, nuestros hallazgos no sugieren que este sea el caso.

    Nuestros estudios demuestran que el metano se está acumulando en la atmósfera porque la actividad humana lo produce a un ritmo mucho más rápido del que está siendo destruido.

    Vídeo de la NASA que muestra las principales fuentes de metano.

    ¿Quiénes son los culpables?

    Las regiones que han contribuido en mayor medida al aumento del metano son aquellas en latitudes tropicales, como Brasil, Asia Meridional (por ejemplo, India) y el Sudeste Asiático (por ejemplo, Indonesia). Las siguen regiones de latitudes medias y del norte como los Estados Unidos, Europa y China.

    Aunque las emisiones en Europa llevan años disminuyendo, las emisiones de España aumentan, aunque lentamente. Estas se deben, en orden de importancia, a la fermentación entérica del ganado, los vertederos y la gestión del estiércol. El resto a la minería del carbón, emisiones del petróleo y el gas natural, y a las aguas residuales. Los cultivos de arroz son la fuente más pequeña de emisiones.

    Las emisiones tropicales estaban dominadas por el crecimiento del sector agrícola y de residuos, mientras que las emisiones de latitudes medias y norte provinieron principalmente de la quema de combustibles fósiles.

    Al comparar las emisiones mundiales durante el 2000-2006 con las emisiones del 2017, puede apreciarse que tanto la agricultura como el uso de combustibles fósiles contribuyeron igualmente a su aumento.

    Desde el 2000, la minería del carbón fue el sector de combustibles fósiles que más contribuyó al aumento de las emisiones de metano. Pero el rápido crecimiento de la industria del gas natural provoca que su contribución esté aumentando.

    Algunos científicos temen que el calentamiento global haga que el permafrost rico en carbono (suelos en el Ártico que están helados durante todo el año) se descongele, liberando grandes cantidades de metano.

    Pero no hemos observado ningún incremento en las emisiones de metano en las latitudes más norteñas durante las últimas dos décadas. Aunque esto no quiere decir que las emisiones no estén aumentado, su contribución global es todavía muy pequeña. Necesitamos más estudios terrestres, aéreos y con satélites para asegurar que estamos registrando adecuadamente las emisiones en esta vasta región.

    Las emisiones de metano aumentan peligrosamente: ¿quién tiene la culpa? -  src=
    Se necesitan más estudios sobre la fusión del permafrost en las altas latitudes del norte.
    Pikist

    ¿Podemos evitar las fugas de metano?

    Se están invirtiendo grandes esfuerzos en investigación y desarrollo en todo el mundo para buscar maneras de reducir las emisiones de metano. Incluso estamos explorando métodos para eliminarlo de la atmósfera.

    Europa demuestra que ciertas medidas pueden funcionar. Nuestra investigación revela que las emisiones europeas de metano han disminuido en las últimas dos décadas, en gran parte debido a las políticas agrícolas y de residuos que han llevado a una mejor gestión del ganado, el estiércol y los vertederos.

    El ganado produce metano como parte de su proceso digestivo. Algunos aditivos y suplementos en piensos pueden reducir estas emisiones en rumiantes. También se están llevando a cabo investigaciones sobre la cría selectiva de ganado con bajas emisiones.

    La extracción, procesamiento y transporte de combustibles fósiles también contribuye con importantes emisiones de metano. Pero los superemisores –emplazamientos de la industria del petróleo y gas natural que liberan un gran volumen de metano– contribuyen de forma desproporcionada al problema.

    Esta distribución sesgada abre la puerta a distintas oportunidades. Ya existen tecnologías que permitirían reducir significativamente las emisiones de estos superemisores de una forma muy rentable.

    Es evidente que la actual tendencia al alza de las emisiones de metano es incompatible con el cumplimiento de los objetivos del Acuerdo de París. Pero debido a la corta vida del metano en la atmósfera, veríamos los resultados de cualquier acción tomada en la actualidad dentro de nueve años. Esto proporciona una gran oportunidad para una rápida mitigación del cambio climático.

    The Conversation

    Pep Canadell recibe fondos del Australian National Environmental Science Program – Earth Systems and Climate Change Hub y de la Fundación Gordon y Betty Moore.

    Ann Stavert recibe fondos de la Fundación Gordon y Betty Moore.

    Ben Poulter recibe fondos de la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA).

    Marielle Saunois recibe fondos de la Fundación Gordon y Betty Moore.

    Paul Krummel trabaja para el CSIRO y recibe fondos del MIT, la NASA, la Agencia Meteorológica de Australia, el Departamento de Agricultura, Agua y Medioambiente y el Department of Agriculture, Water and the Environment, y el Refrigerant Reclaim Australia.

    Rob Jackson recibe fondos de la Fundación Gordon y Betty Moore.

    Fuente: The Conversation (Creative Commons)
    Author: Pep Canadell, Chief research scientist, CSIRO Oceans and Atmosphere; and Executive Director, Global Carbon Project, CSIRO

  • Supervisión de obras en Puerto de Salina Cruz, Oaxaca

    Supervisión de obras en Puerto de Salina Cruz, Oaxaca. Sábado 25 de julio 2020. Presidente AMLO.

    En el Puerto de Salina Cruz, Oaxaca, anunciamos que la nueva titular de la Coordinación General de Puertos y Marina Mercante será Rosa Icela Rodríguez, actual secretaria de Gobierno de la Ciudad de México.

    Durante la inauguración del nuevo muelle, recordamos que los puertos y aduanas marítimas del país serán vigilados por la Secretaría de Marina.

    Anunciamos los primeros dos nombramientos de los encargados de la Administración Portuaria Integral (API) de Manzanillo, Colima y de Lázaro Cárdenas, Michoacán.

    El proyecto multimodal que hoy visitamos incluye la rehabilitación de los puertos de Coatzacoalcos y Salina Cruz; la vía férrea del Istmo de Tehuantepec; la modernización de la carretera Transístmica; la intervención de los aeropuertos de Ixtepec y Minatitlán; la terminación de la autopista de Mitla-Tehuantepec y la construcción de gasoductos para los diez parques industriales que se establecerán.

    Reiteramos que las obras de infraestructura de la actual administración, como el nuevo Aeropuerto Felipe Ángeles, el Tren Maya y el Corredor Interoceánico del Istmo son proyectos prioritarios y su presupuesto está garantizado.

    Más información: https://bit.ly/2D3bwbh

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  • Rehabilitación del Ferrocarril del Istmo de Tehuantepec, desde Ixtepec, Oaxaca

    Rehabilitación del Ferrocarril del Istmo de Tehuantepec, desde Ixtepec, Oaxaca. Viernes 24 de julio 2020. Presidente AMLO.

    En Ixtepec, Oaxaca, supervisamos el avance de la rehabilitación del Ferrocarril del Istmo de Tehuantepec que conectará a los océanos Pacífico y Atlántico.

    Anunciamos que está en puerta el proyecto para la introducción de gas a través de todo el corredor; estará a cargo de la CFE.

    El Corredor Interoceánico funcionará como vía para transporte de carga y de pasajeros desde Coatzacoalcos en Veracruz, a Salina Cruz, Oaxaca.

    Se construirán 10 parques industriales y habrá apoyos fiscales para las empresas que se establezcan. Se dispondrá de gas a bajo costo y electricidad a precios accesibles.

    La inversión para este propósito asciende a 3 mil 500 millones de pesos.

    Informamos que en Ixtepec se han beneficiado a 66 pequeñas empresas de la economía formal e informal con créditos a la palabra de 25 mil pesos para salir adelante durante la emergencia sanitaria que vive nuestro país. Se ha destinado un total de un millón 800 mil pesos.

    Más información: https://bit.ly/3jAiYeB

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  • El centenario de Rosalind Franklin y el efecto ‘matilda’

    Un cartel dedicado a la memoria de Rosalind Franklin durante una marcha por la Ciencia en San Francisco el 22 de abril de 2017.
    Shutterstock / Andrea Caliandro
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    Fotografía 51.
    Oregon State University’s

    Este sábado, 25 de julio, se cumplen 100 años del nacimiento de la científica Rosalind Franklin. La casa de la moneda de Reino Unido lanza una de 50 peniques para conmemorar su famosa “Fotografía 51”, una evidencia que fue transcendental para identificar la estructura del ADN. Esta fotografía está rodeada de controversia y del denominado efecto Matilda.

    ¿Qué es el efecto Matilda?

    A lo largo de la historia muchas científicas han visto cómo sus trabajos se atribuían a hombres o eran invisibilizadas en los grandes descubrimientos. El nombre de este efecto tiene su origen en el efecto Mateo, que recibe su nombre por el apóstol en cuyo Evangelio aparece la parábola de los talentos:

    Quítenle el talento para dárselo al que tiene diez, porque a quien tiene, se le dará y tendrá de más, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene.

    Mateo 25: 14-30.

    El sociólogo Robert King Merton tomó las palabras de Mateo para hacer referencia a la concentración de mejores puestos de trabajo, financiación y premios en manos de aquellos investigadores que ya han alcanzado reconocimiento. Es decir, que hacen sombra sobre todo lo que tienen a su alrededor y se comen la luz del resto como si de agujeros negros se tratara.

    Fue muy curioso que el propio Merton sirviera de ejemplo del efecto Mateo: el concepto lo desarrolló junto a Harriet Zuckerman, pero sospechosamente el nombre de esta última no apareció en el artículo donde se publicó. Años más tarde se casó con ella y reconoció la coautoría.

    Aquí es cuando entra en juego la historiadora Margaret Rossiter, que cambió el nombre de Mateo a Matilda (en homenaje a la activista Matilda J. Gage) para recordar que las mujeres somos más proclives a sufrirlo.

    No hay más que ver estudios como el de los Institutos Canadienses de Investigación en Salud, Are gender gaps due to evaluations of the applicant or the science?, que muestra cómo las investigadoras reciben menos financiación y becas a modo de pescadilla que se muerde la cola. Si consigues más dinero, atraes más talento, lo que te lleva a conseguir más dinero.

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    Autora del poster: Amanda Phingbodhipakkiya (licencia CC BY-NC-SA)

    ¿Qué tiene esto que ver con nuestra protagonista? Rosalind Franklin es un ejemplo de libro del efecto Matilda.

    Franklin participó en el descubrimiento de la estructura del ADN en 1953, pero Francis Crick y James Watson solo la citaban en el último párrafo de su artículo en Nature con su propuesta de estructura para el ADN :

    Hemos sido estimulados por el conocimiento de la naturaleza general de resultados experimentales no publicados y las ideas de Wilkins, Franklin y sus colaboradores.

    De hecho, hay todo un culebrón tras esta historia porque Nature publicó tres artículos bajo el único título de “Estructura molecular de los ácidos nucleicos”. El primero, firmado por Crick y Watson, es la estrella de la revelación del descubrimiento científico, la estructura del ADN. El segundo es de Maurice Wilkins. El tercero, de Rosalind Franklin.

    Y aquí es donde viene la polémica: Wilkins, a espaldas de Franklin, le había enseñado a Watson las fotos decisivas que esta había obtenido (la famosa Fotografía 51) y cuyos resultados aún no había publicado. Esa era la pieza esencial del rompecabezas que les faltaba a Watson y Crick. Aún así, todo quedó en un escueto agradecimiento a pie de página.

    Esto solo es una pequeña parte del legado de Franklin. Fue una investigadora incansable que hizo importantes avances en la ciencia del carbón y el carbono, y se convirtió en experta en el estudio de virus que causan enfermedades en plantas y seres humanos.

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    Rosalind Franklin en 1955.
    Wikimedia Commons

    En 1956 le diagnosticaron cáncer de ovario y falleció dos años después con tan solo 37 años. Tras su muerte, sus colaboradores Aaron Klug y John Finch publicaron la estructura del poliovirus, dedicando el artículo a su memoria. Klug sería galardonado con el premio Nobel de Química de 1982 por su trabajo para dilucidar la estructura de los virus.

    Watson, Crick y Wilkins también recibieron el premio Nobel en 1962 (este nunca es entregado de manera póstuma y no puede ser recibido por más de tres personas), pero no se dignaron a darle la visibilidad que merecía. Tuvieron que pasar varios años para que reconocieran la importante aportación de Franklin a través de las imágenes tomadas con la técnica de difracción de rayos X.

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    Tumba de Rosalind Franklin.

    Como vemos, fue cediendo (y a veces le arrebataron) su luz y visibilidad para que otros recibieran el reconocimiento. El tiempo se ha encargado de devolverle el foco y gracias a la máxima de que el avance científico reposa en hombros de gigantes, muchos investigadores hoy en día pueden usar herramientas como la secuenciación de ADN y la cristalografía de rayos X para investigar virus como el SARS-CoV-2.

    En el centro de la lápida de Rosalind Franklin, en el cementerio judío Willesden de Londres, está la palabra “científica”, seguida de la frase: “Su investigación y descubrimientos sobre virus siguen siendo de beneficio duradero para la humanidad”. Gracias por tanto.

    The Conversation

    Lorena Fernández Álvarez (@loretahur) no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

    Fuente: The Conversation (Creative Commons)
    Author: Lorena Fernández Álvarez (@loretahur), Directora de identidad digital, Universidad de Deusto

  • Conferencia de prensa matutina, desde Oaxaca. Viernes 24 de julio 2020 | Presidente AMLO

    Conferencia de prensa matutina, desde Oaxaca. Viernes 24 de julio 2020. Presidente AMLO.

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  • ¿Es verdad que los perros sólo ven en blanco y negro?

    Kevin Short/EyeEm via Getty Images

    No hay duda de que los perros ven el mundo de forma diferente a como lo hacemos nosotros, pero es una leyenda urbana que su vista solo sea capaz de distinguir el blanco, el negro y leves sombras grisáceas.

    Mientras que la mayoría de las personas somos capaces de apreciar un espectro de colores completo que va del rojo al violeta, los ojos de los perros carecen de algunos de los receptores de luz que a nosotros nos permiten distinguir ciertos colores, en especial el rojo y el verde. Pero sí son capaces de distinguir el amarillo y el azul.

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    Las diferentes longitudes de onda de la luz se traducen en colores distintos en el sistema visual de un animal. El de arriba corresponde a la vista humana, y el de abajo a la de un perro.
    Arriba: iStock/Getty Images Plus via Getty Images. Abajo: esa misma imagen procesada por la Dog Vision Image Processing Tool, de András Péter.

    Lo que vemos como rojo o naranja, para un perro puede ser una sombra de tono marrón claro. Para mi perro Sparky, una pelota color naranja intenso sobre el césped verde podría ser una pelota marrón claro situada sobre un césped de tonalidad igualmente parduzca. Sin embargo, es probable que su pelota color azul intenso sí que la apreciemos de forma similar. Existe una herramienta online que nos permite comprobar cómo vería nuestro perro una determinada imagen.

    Los animales no pueden hablar para explicar cómo ven, pero para medir su visión los investigadores no tuvieron mayor dificultad en entrenar a perros para que tocaran con el hocico discos de colores que se iluminaban. Posteriormente entrenaron a los perros para que tocaran el disco que era de un color distinto al resto. Cuando estos perros, bien entrenados, dejaron de saber qué discos tenían que presionar, los científicos dedujeron que en ese punto ya no eran capaces de distinguir las diferencias entre colores. Estos experimentos, además, demostraron que los perros sólo podían distinguir el amarillo y el azul.

    Las retinas de los seres humanos, situadas en la parte posterior de nuestros globos oculares, poseen tres tipos distintos de células con forma de cono que son las responsables de que podamos distinguir los distintos colores que vemos. Pero cuando los científicos usaron una técnica denominada electrorretinografía para determinar cómo reaccionaban a la luz los ojos de los perros, descubrieron que éstos disponen de un número menor de estos receptores cónicos.

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    La luz llega hasta la parte posterior del globo ocular, que la percibe gracias a los bastoncillos y conos. Éstos envían señales visuales al cerebro.
    iStock/Getty Images Plus via Getty Images

    Pero no es sólo que los perros vean menos colores que nosotros; probablemente también vean con menos nitidez. Los análisis demuestran que tanto la estructura como el propio funcionamiento de su ojo hacen que vean más borrosos los objetos situados a cierta distancia. Mientras que para una persona una visión perfecta tiene un valor 20/20, la visión típica de los perros ronda el 20/75. Eso significa que lo que una persona con una visión normal puede ver con nitidez desde 75 metros, para verlo igual el perro debe estar a 20. Sin embargo, como los perros no leen el periódico, esta menor agudeza visual no afecta a su vida.

    Probablemente haya una gran diferencia entre razas en lo que se refiere a la capacidad visual de los perros. En lo que respecta a la caza, por ejemplo, los criadores han seleccionado a lo largo de los años a perros como los galgos ingleses por tener mejor vista que otras razas como los bulldogs.

    Pero la cuestión se complica aún más. Mientras que a las personas nos cuesta ver con nitidez cuando hay poca luz, los investigadores creen que los perros pueden ver igual de bien durante el anochecer o el amanecer que durante una mañana luminosa. Esto se debe a que, comparadas con las de los humanos, las retinas de los perros poseen un mayor porcentaje y una mayor variedad de otro tipo de receptor visual. Se trata de los bastoncillos, llamados así debido a su forma, y que en condiciones de poca luz funcionan mejor que las células cónicas.

    Por otro lado, los perros poseen una capa de tejido reflectante en la parte posterior de los ojos que les ayuda a ver mejor cuando hay poca luz. Se trata del tapetum lucidum, que funciona como si fuera un espejo y recoge y concentra la luz disponible para ayudarles a ver cuando está oscuro. Es este tapetum lucidum lo que hace que los perros y otros mamíferos tengan ese reflejo luminoso en los ojos cuando por la noche les apuntamos a la cara con una linterna o intentamos sacarles una foto con flash.

    Los perros poseen el mismo tipo de visión que muchos otros animales, entre los que se incluyen los gatos y los zorros. Los investigadores creen que para este tipo de depredadores es importante detectar los movimientos de sus presas durante la noche, y por este motivo su visión evolucionó de este modo. Al igual que muchos otros mamíferos, los perros desarrollaron la capacidad de buscar comida y de cazar durante el crepúsculo o en condiciones de poca luz, lo que fue en detrimento de su capacidad de distinguir una mayor variedad de colores. Se trata de algo que la mayoría de pájaros, reptiles y primates sí puede hacer. Los seres humanos, en cambio, no evolucionamos para estar activos durante la noche, por lo que conservamos nuestra capacidad para distinguir muchos colores así como nuestra visión nítida.

    Antes de sentir lástima por los perros porque no son capaces de distinguir todos los colores del arco iris, pensemos en que algunos de sus otros sentidos están mucho más desarrollados que los nuestros. Son capaces de percibir los sonidos agudos desde mucho más lejos que nosotros, y su olfato es muchísimo más potente.

    Aunque Sparky pueda no ser capaz de distinguir fácilmente un juguete naranja sobre el césped, sin duda puede olerlo y encontrarlo fácilmente cuando quiera.


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    Este artículo forma parte de la serie Curious Kids, que responde a preguntas de niños. En este caso, la pregunta “¿Es verdad que los perros sólo ven en blanco y negro?” la formuló Oscar V., de 9 años, que vive en Somerville, Massachusetts.


    The Conversation

    Nancy Dreschel does not work for, consult, own shares in or receive funding from any company or organization that would benefit from this article, and has disclosed no relevant affiliations beyond their academic appointment.

    Fuente: The Conversation (Creative Commons)
    Author: Nancy Dreschel, Associate Teaching Professor of Small Animal Science, Pennsylvania State University