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  • Cajal y la hipnosis: una visión desconocida del científico universal

    Autorretrato de Santiago Ramón y Cajal en Valencia, entre 1884 y1887. Wikimedia Commons

    Santiago Ramón y Cajal ejerció como catedrático de Anatomía en Valencia entre 1883 y 1887. Por entonces, la psicoterapia hipnótica y sugestiva, heredera del mesmerismo y del braidismo, era una materia de gran actualidad a nivel internacional. Existía entonces una polémica confrontación científica entre dos corrientes francesas ante la que el investigador español no quedó indiferente.

    Una era la denominada Escuela de la Salpetriêre de París, encabezada por Jean-Martin Charcot, que consideraba que el estado hipnótico era una especie de “neurosis inducida” que podría servir como modelo experimental de estudio de los trastornos mentales

    La otra era la Escuela de Nancy, representada por Hippolyte-Marie Bernheim y Ambroise Auguste Liébault, que concedían más protagonismo a la sugestión y a su posible uso terapéutico.

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    Hippolyte-Marie Bernheim, líder del grupo de la Universidad de Nancy, enfrentado en los círculos académicos a los postulados de Jean-Martin Charcot en materia de psicoterapia hipnótica. Cajal adoptó la postura de Bernheim en este conflicto.
    Wikimedia Commons

    Cajal se decantó por esta última, aunque comentó que “la afición a lo maravilloso posee todavía honda raigambre en el espíritu humano”.

    Hay que tener presente que, durante la segunda mitad del siglo XIX, los defensores del hipnotismo como disciplina científica tuvieron que enfrentarse a un nutrido grupo de detractores, incluida la Iglesia Católica, que asociaban estas prácticas con el charlatanismo, el espiritismo y otros fenómenos del ámbito del ocultismo y la demonología, que a nivel popular gozaban de gran eco.

    Durante este periodo, Cajal, entre otras actividades científicas, se dedicó al estudio de esta modalidad de psicología, que él calificaba como fenómenos de sugestión y sonambulismo artificial.

    Cajal opinaba que algunas manifestaciones de “esta nueva ciencia, heredera directa de la hechicería medioeval”, correspondían a anomalías del dinamismo cerebral. Desde este planteamiento se propuso un metódico análisis científico, para lo que fundó, junto a algunos contertulios del Casino de Agricultura, un Comité de Investigaciones Psicológicas similar a la Sociedad para la Investigación Psíquica fundada en 1882 por médicos ingleses y estadounidenses. El domicilio social del Comité fue el del propio histólogo: “Por mi casa desfilaron especies notabilísimas de histéricas, neurasténicos, maníacos y hasta de acreditados mediums espiritistas”.

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    Cajal con algunos compañeros del denominado ‘Gaster Club’, especie de sociedad lúdica, gastronómica y deportiva, durante su estancia en la ciudad de Valencia. Algunos de estos colegas podrían haber participado en el proyecto del Comité de Investigaciones Psicológicas.

    Cajal dedicó especial atención a experimentos hipnóticos realizados en sujetos sanos, incluyendo médicos y abogados, centrados en su aplicación terapéutica. Comentaba el científico:

    “Producíanse, a la orden del hipnotizador,… la catalepsia cérea y la analgesia; congestiones y hemorragias por sugestión; alucinaciones positivas y negativas de todo linaje (visuales, acústicas, táctiles); amnesia total o parcial; evocación de imágenes olvidadas o casi olvidadas; desdoblamiento de la personalidad; eclipse o inversión de los sentimientos más arraigados; y, en fin, abolición total del libre albedrío”.

    Entre los logros conseguidos a nivel terapéutico destacaba:

    “La transformación radical del estado emocional de los enfermos; la restauración del apetito en histeroepilépticas inapetentes y emenciadísimas; la curación, por simple mandato, de diversas especies de parálisis crónicas de naturaleza histérica; la cesación brusca de ataques de histerismo con pérdida del conocimiento; el olvido radical de acontecimientos dolorosos y atormentadores; la abolición completa de los dolores del parto en mujeres normales; en fin, la anestesia quirúrgica, etc.”.

    Cajal, desilusionado

    Los éxitos clínicos logrados por Cajal con estas técnicas fueron de tal trascendencia que, según recuerda el histólogo, “a mi consulta acudían enjambres de desequilibrados y hasta de locos de atar”.

    Una vez recogidos todos los datos que, desde el punto de vista científico, interesaron al investigador, el Comité de Investigaciones Psicológicas fue clausurado. Como conclusión de estas actividades, Cajal reconoció:

    “Los experimentos de sugestión causáronme un doble sentimiento de estupor y desilusión: estupor al reconocer la realidad de fenómenos de automatismo cerebral estimados hasta entonces como farsas y trampantojos de magnetizadores de circo; y decepción dolorosa al considerar que el tan decantado cerebro humano, la obra maestra de la creación, adolece del enorme defecto de la sugestibilidad; defecto en cuya virtud, hasta la más excelsa inteligencia puede, en ocasiones, convertirse por ministerio de hábiles sugestionadores, conscientes o inconscientes (oradores, políticos, guerreros, apóstoles, etc.), en humilde y pasivo instrumento de delirios, ambiciones o codicias”.

    La casuística de hipnosis y sugestión vigil recogida por Cajal y su Comité fue muy elevada, pero nunca llegó a publicar los datos procedentes de estas investigaciones. Sin embargo, posiblemente formaran parte, junto a otros estudios realizados durante el resto de su vida, de un manuscrito titulado Ensayos sobre el hipnotismo, el espiritismo y la metapsíquica, que pensaba mandar a la imprenta, según se deduce de su correspondencia con el editor Ramón Pueyo. Murió antes de hacerlo y, además, la desgracia quiso que los originales inéditos se perdieran durante el transcurso de la Guerra Civil.

    Hipnosis para aliviar los dolores del parto

    La única publicación de Cajal sobre su experiencia con el uso del hipnotismo corresponde a un caso obstétrico publicado en la Gaceta Médica Catalana en 1889, cuando ya estaba de catedrático en Barcelona.

    Algunos autores han postulado que el sujeto a que se refiere esta publicación era la propia mujer del histólogo, Silveria Fañanás, y en ella Cajal expondría su experiencia hipnótica en la atenuación de los dolores del parto durante el alumbramiento de su sexto hijo. Esta hipótesis es más que plausible, teniendo en cuenta que el científico difícilmente podría haber ejercido un acto obstétrico dada su escasa experiencia como médico clínico.

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    Retrato de Cajal realizado por Joaquín Sorolla.
    Wikimedia Commons, CC BY

    La metodología empleada fue la siguiente: desde diez días antes del parto se practicó con la embarazada un ejercicio de sugestión hipnótica, en el que se le enviaron mensajes de un parto rápido, acompañado de dolores muy leves y fácilmente tolerables, aun teniendo “conciencia de los dolores más enérgicos”. En relación con el éxito de la empresa, comentaba Cajal:

    “dos fenómenos llamaron nuestra atención: la extrema rapidez del parto y la disminución considerable del dolor, manifestación subjetiva de las contracciones… Consideramos el segundo fenómeno, ausencia de dolor, como realmente causado por el hipnotismo”.

    Posiblemente, esta fuese la primera comunicación científica de la historia sobre el empleo de la sugestión hipnótica en la atenuación de los dolores en las labores del parto. Sin embargo, no tuvo trascendencia científica alguna, en tanto que la revista donde la publicó carecía de difusión internacional y su descubrimiento no fue mencionado por ningún autor representativo de este campo en sus revisiones posteriores.

    Una consulta sin éxito

    Durante su época de catedrático en Madrid, Cajal abrió una consulta de Neuropatología y Psiquiatría. Lo hizo en 1906, el año de la concesión del Premio Nobel, pero sin mucho éxito. Cerró al cabo de diez meses.

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    Silveria Fañanás García y Santiago Ramón y Cajal.
    Autorretrato

    El investigador solo tuvo 26 pacientes, según consta en sendos volúmenes existentes en la biblioteca Urioste-Ramón y Cajal, con el rótulo en sus lomos de “Consulta de Neuropatología del doctor Cajal”. Con algunos de ellos volvió a ensayar las técnicas hipnóticas empleadas durante la época del Comité valenciano.

    Cajal llegó a ser un excelente hipnotizador, aunque el histólogo confesó que se inició en estas prácticas como una forma para “relajarse” de su impetuosa actividad científica, igual que hacía en esos momentos con el juego del ajedrez. Prueba de ello son sus propias palabras en Recuerdos de mi vida:

    “Solo se me resistieron tenazmente esos fenómenos extraordinarios confinantes con el espiritismo, a saber: la visión a través de cuerpos opacos, la transposición sensorial, la sugestión mental, la telepatía, etc.”

    Pero la verdadera atracción de Cajal por esta nueva ciencia parte, sin lugar a dudas, de su estrecha vinculación al estudio del cerebro. Desde esta perspectiva, consideraba que la sugestión hipnótica era un fallo aberrante de una máquina casi perfecta, como es el cerebro.

    Según cita Suñer en su discurso inaugural del curso 1941, son atribuibles a Cajal las siguientes palabras:

    “Se ha dicho que lo que diferencia al hombre de los animales es la razón, la creencia en el más allá, etc. Puede que haya algo de esto; pero para mí, lo más característico es su debilidad para la sugestión: lee un periódico donde se dice que tal medicamento, tal o cual droga hacen milagros, y los compra. ¿Qué animal es capaz de hacer todas estas bobadas?”.

    The Conversation

    Francisco López-Muñoz no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

    Fuente: The Conversation (Creative Commons)
    Author: Francisco López-Muñoz, Profesor Titular de Farmacología y Vicerrector de Investigación y Ciencia de la Universidad Camilo José Cela, Universidad Camilo José Cela

  • La hipótesis de la abuela: ¿por qué existe la menopausia?

    Unsplash/Bart van meele, CC BY-SA

    La menopausia es, desde una perspectiva evolutiva y en apariencia, una anomalía. De hecho, es un fenómeno muy poco frecuente en el mundo animal. En casi todas las especies las hembras se mantienen fértiles a lo largo de toda su vida. La nuestra forma parte de un pequeño grupo de mamíferos en los que la capacidad reproductiva se deteriora de forma acelerada con relación al declive orgánico general. El grupo lo completan el calderón tropical, la beluga, el narval y la orca, todos ellos cetáceos odontocetos. Las hembras de esas especies pueden vivir décadas después de cesar de ovular y, por lo tanto, de poder procrear.

    El biólogo norteamericano George C. Williams propuso en 1957 que la menopausia podría ser, en realidad, una adaptación. Pensó que desde el punto de vista evolutivo podría resultar más conveniente para las mujeres dedicar sus esfuerzos a apoyar a sus descendientes que tener ellas una progenie mayor.

    Conforme envejecemos aumenta la probabilidad de morir, por lo que si una mujer tiene descendencia a una edad avanzada, no sería improbable que sus últimos hijos no pudieran sobrevivir al morir ella. En tal caso, el esfuerzo que esa mujer hubiese dedicado a esos últimos hijos habría resultado baldío, pues sus genes no habrían podido ser transmitidos a las siguientes generaciones.

    Por otro lado, que en una población haya individuos que no se reproducen carece de sentido desde un punto de vista evolutivo. Esos individuos consumen unos recursos que podrían utilizar otros en beneficio de su propia progenie.

    Por estas razones, Williams propuso que las mujeres de mayor edad contribuyen de una forma más efectiva a transmitir sus genes a las generaciones posteriores dedicando sus esfuerzos a los descendientes que ya forman parte del grupo. Es decir, a sus nietos y nietas, en vez de hacerlo a los hijos e hijas que pudieran tener a una edad avanzada.

    La “hipótesis de la abuela”, como se conoce en la actualidad a la propuesta de Williams, cuenta con respaldo empírico en nuestra especie. Tanto en grupos de cazadores-recolectores como en sociedades preindustriales se ha comprobado que las abuelas que no se reproducen aumentan la probabilidad de supervivencia de sus nietos.

    En otras palabras, su presencia en el grupo facilita que sus genes –los que han llegado hasta los nietos– perduren tras su propia muerte. Dicho en lenguaje darwinista, mejore su propio éxito evolutivo (fitness) a través del cuidado que presta a sus nietos.

    La hipótesis de la abuela: ¿por qué existe la menopausia? -  src=

    Unsplash/Tobias Adam, CC BY

    Hay especies, como el elefante asiático y posiblemente también los africanos, de las que sabemos que las abuelas mejoran la supervivencia de los nietos, aunque en este caso se siguen reproduciendo. Pero aparte de la especie humana, en ningún otro animal se contaba con pruebas fehacientes en favor de la “hipótesis de la abuela”. Hasta hace poco.

    A finales del año pasado se publicó un estudio con orcas que documenta el efecto positivo que tienen las abuelas que no se reproducen en la supervivencia de sus nietos. Los resultados no solo confirmaron ese efecto, también mostraron que las abuelas que siguen procreando no prestan un apoyo similar al que brindan las menopaúsicas.

    La importancia que ese periodo posmenopáusico tan extenso tiene en seres humanos y en orcas habría impulsado, según los especialistas, un aumento en la longevidad de las dos especies. La mayor supervivencia de los nietos durante los años de vida añadidos habría compensado con creces, y en términos evolutivos, el cese de la procreación.


    Una versión de este artículo fue publicada en el Cuaderno de Cultura Científica de la UPV/EHU


    The Conversation

    Juan Ignacio Pérez Iglesias no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

    Fuente: The Conversation (Creative Commons)
    Author: Juan Ignacio Pérez Iglesias, Catedrático de Fisiología, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea

  • Las dos mutaciones en la hemoglobina que hicieron posible nuestra existencia

    Recreación de moléculas de oxígeno y eritrocitos flotando en un vaso del torrente sanguíneo. Wikimedia Commons / Spectral-Design

    Uno de los aspectos más fascinantes de la ciencia es que nos proporciona una narrativa de cómo y por qué las cosas son como son. Esta narrativa revela una ingente cantidad de eventos que, de no haber sucedido o haber sucedido de otro modo, habrían hecho imposible nuestra existencia.

    Estos eventos suelen ser de una enorme dimensión: grandes erupciones volcánicas, colisiones de asteroides, drásticos cambios climáticos. Todos ellos modularon la evolución de la vida y la aparición de la inteligencia.

    Sin embargo, existen pequeños eventos sucedidos en algunas moléculas que son al menos tan importantes para nuestra existencia. Uno de esos eventos originó la hemoglobina.

    Si la hemoglobina no existiera, sería imposible que hubiera animales más grandes que un pequeño gusano. En ausencia de esta proteína transportadora, el oxígeno no se podría difundir desde el aire más que unos pocos milímetros en el interior del cuerpo.

    El oxígeno no es un gas muy soluble en agua, por lo que el plasma sanguíneo por sí solo no puede transportar a los tejidos la cantidad necesaria para un metabolismo rápido. Sin hemoglobina, un cerebro de la complejidad y talla del nuestro sería impensable.

    ¿Por qué la hemoglobina es tan adecuada para el transporte de oxígeno? La respuesta a esa pregunta reside en su estructura molecular. Está formada por cuatro proteínas iguales dos a dos, la cadena alfa y la cadena beta. Una cadena alfa se une a una beta y estas dos se unen a otra combinación idéntica.

    Cada una de las cuatro cadenas lleva unida una molécula que contiene un átomo de hierro. Esta molécula se denomina “grupo hemo”, que da su nombre a la hemoglobina. El átomo de hierro es el encargado de unir un átomo de oxígeno. Así, cada molécula de hemoglobina es capaz de unir cuatro átomos de oxígeno.

    Un GPS para la hemoglobina

    Para trasportar de manera adecuada el oxígeno en la sangre no basta con capturarlo en cantidad suficiente. La hemoglobina debe también detectar en qué parte del organismo se encuentra.

    Si se encuentra en los pulmones, debe ser capaz de capturar el oxígeno con mucha fuerza y no soltarlo. Cuando con la circulación de la sangre llega a los órganos y tejidos, la hemoglobina debe saberlo para disminuir la fuerza con la que une al oxígeno y poder soltarlo.

    Que la hemoglobina sepa dónde se encuentra es posible porque detecta tanto la cantidad de oxígeno disponible como la acidez del plasma sanguíneo en su entorno.

    En los pulmones abunda el oxígeno y se expulsa dióxido de carbono, un gas que disuelto en agua produce ácido carbónico. Esta expulsión hace que disminuya la cantidad de ácido carbónico, lo que también disminuye la acidez de la sangre.

    En cambio, en el resto de los órganos se consume oxígeno, que abunda mucho menos que en el pulmón. Al mismo tiempo, se genera dióxido de carbono en el metabolismo. Esto hace que al disolverse en el plasma sanguíneo el gas genere ácido carbónico y la acidez de la sangre aumente.

    No solo cada cadena de la hemoglobina puede detectar el nivel de oxígeno y acidez, sino que además puede comunicar esta información a sus cadenas vecinas. Así todas colaboran y hacen lo mismo que ellas en el momento adecuado.

    En los pulmones, la colaboración entre las cadenas permite una captación del oxígeno coordinada y muy eficiente. En los tejidos, este gas es igualmente liberado de manera coordinada y extremadamente eficiente por las cuatro cadenas.

    Resurrección molecular

    ¿Cómo ha evolucionado esta capacidad de la hemoglobina? Se sabía que los ancestros de esta proteína estaban inicialmente formados por una sola cadena aislada que capturaba un solo átomo de oxígeno.

    La cadena solitaria no era capaz de detectar la cantidad de oxígeno ni la acidez del entorno con precisión y, por supuesto, carecía de compañeras con las que colaborar.

    Para que la hemoglobina apareciera fue necesario que su gen ancestral primero se duplicara: donde había uno ahora había dos, el alfa y el beta. Posteriormente, fue también necesario que estos genes mutaran, cada uno por su lado, para generar la combinación de las cuatro cadenas que existe hoy.

    Todo este proceso parece complejo, e improbable.

    Para intentar averiguar cómo pudo suceder, un grupo internacional de investigadores ha conseguido resucitar, mediante una combinación de técnicas bioinformáticas y de biología molecular, al ancestro más probable de la hemoglobina.

    Esta molécula surgió hace alrededor de 400 millones de años y estaba formada por la unión de solo dos cadenas de proteína idénticas. No poseía las propiedades de la hemoglobina actual.

    Los investigadores intentan reconstruir el camino evolutivo que, desde el segundo ancestro, pudo originar la hemoglobina moderna. Esperaban decenas de mutaciones diferentes en los dos genes primigenios, ocurridas a lo largo de decenas de millones de años. Sin embargo, no fue así.

    Sorprendentemente, solo dos mutaciones en zonas particulares de los genes ancestrales, que modifican la superficie de las cadenas alfa y beta y permiten su interacción, son suficientes para generar una hemoglobina muy similar a la actual.

    Estos estudios demuestran que, al menos a nivel molecular, cambios puntuales en ciertos genes pueden permitir grandes saltos evolutivos. En este caso, dos pequeñas mutaciones hicieron posible nada menos que el proceso de la respiración por pulmones y branquias y la aparición de animales de metabolismo rápido, como los mamíferos. Gracias a ellas estamos aquí.

    The Conversation

    Jorge Laborda Fernández recibe fondos de la JCCM

    Fuente: The Conversation (Creative Commons)
    Author: Jorge Laborda Fernández, Catedrático de Bioquímica y Biología Molecular, Universidad de Castilla-La Mancha

  • ¿Puede debilitarse la COVID-19?

    Shutterstock / i3bella

    Varios expertos, principalmente en Italia y marginalmente en España, han compartido opiniones que defienden que el SARS-CoV-2 podría estar volviéndose menos virulento.

    Con esto se refieren no a un descenso en el número de casos, sino al hecho de que los casos de los brotes actualmente activos serían más leves que los registrados en los momentos más intensos de la pandemia.

    Un ejemplo de estas opiniones es el Juan Abarca, director de la red de hospitales HM, que afirmaba el 19 de mayo: “¿Qué le sucede al virus? La realidad es que se ha atenuado, ya sea por el efecto de la radiación ultravioleta o por la existencia de cepas mutadas más benignas. Eso, que va más allá del efecto logrado por el confinamiento y otras medidas de salud pública, significa que el fin de la crisis de salud, afortunadamente, se acerca más rápido de lo esperado”.

    Por el momento, estas opiniones se basan en evidencias anecdóticas. Nuestro grupo de trabajo ha intentado confirmar o refutar la hipótesis del debilitamiento con las estadísticas publicadas hasta finales de junio: la baja calidad de los datos disponibles apunta tímidamente al debilitamiento pero no presenta, desgraciadamente, evidencia concluyente.

    El aparente debilitamiento de la COVID-19 podría deberse a cualquiera de los motivos siguientes (o a la conjunción de varios de ellos):

    El propio virus podría atenuarse

    Podrían aparecer e imponerse cepas más leves. Por el momento, sabemos que el SARS-CoV-2 es relativamente estable, al menos mucho más que otros virus como el de la gripe, debido a que posee un mecanismo eficiente de control de las mutaciones.

    Sin embargo, esto no quiere decir que no existan mutaciones. Se ha identificado ya una mutación que vuelve al virus más contagioso. Por otro lado, hace algunas semanas se anunció que se había aislado una cepa más leve en Brescia (Italia). Además, debemos recordar que tanto el SARS como el MERS sufrieron mutaciones que los volvieron menos agresivos. Es clave continuar haciendo estudios de secuenciación que puedan confirmar qué evolución está experimentando el virus. Sin embargo, que el virus se atenúe no es la única causa posible.

    Las condiciones ambientales cambian

    Las condiciones ambientales están cambiando y estas condiciones tienen un impacto en la enfermedad. Se ha hablado mucho del posible impacto posible dependencia de la radiación UV o la temperatura (afirmaciones no respaldadas por evidencia, sino más bien en paralelos extraídos del comportamiento de otros coronavirus.

    Los enfermos cambian

    Los primeros afectados por la epidemia tienden a ser los más débiles (en este caso, los ancianos). Una vez que la parte más débil de la población se ha visto afectada, la epidemia podría parecer debilitarse sólo porque la población restante es más fuerte.

    Por otro lado, los más frágiles suelen mantener un mejor distanciamiento social y siguen las recomendaciones con mayor diligencia. Si tuviésemos datos sobre la demografía de los últimos brotes, podríamos estudiar si estos están afectando desproporcionadamente a jóvenes o si siguen siendo importantes los brotes en residencias, hospitales o asilos. Es razonable pensar que este sea un factor clave en la gravedad de los rebrotes que estamos experimentando.

    Comprendemos mejor la enfermedad

    Una mejor comprensión de la enfermedad y mejores tratamientos significarían que menos casos progresan hacia las etapas críticas de la enfermedad. Por ejemplo, sabemos que en las primeras etapas de la epidemia muchos casos no recibieron atención hospitalaria hasta que la enfermedad ya había progresado a una etapa crítica.

    El distanciamiento reduce la gravedad de los casos

    Por último, las medidas de distanciamiento podrían reducir no solo el número de contagios sino su gravedad. Este sería el caso si la intensidad de los síntomas depende de la carga viral y la carga viral está limitada por el distanciamiento social.

    Un posible debilitamiento de los síntomas no cambia el hecho de que debamos seguir manteniendo el distanciamiento social y que las mascarillas o la higiene de manos se hayan convertido en una parte clave de nuestras rutinas. Es necesaria la investigación para clarificar el posible debilitamiento, pero es aún más urgente la publicación de los datos relacionados con la gravedad de los casos que van emergiendo en la epidemia: no sólo necesitamos datos actualizados y localizados de casos y muertes, sino también de hospitalizaciones o ingresos en las áreas de cuidados intensivos. Solo así podremos determinar con claridad nuestro próximo paso en la lucha contra la pandemia.

    The Conversation

    Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.

    Fuente: The Conversation (Creative Commons)
    Author: Sara Lumbreras, Profesora e investigadora en el Instituto de Investigación Tecnológica, Universidad Pontificia Comillas

  • Conferencia de prensa matutina. Miércoles 22 de julio 2020 | Presidente AMLO

    Conferencia de prensa matutina, desde Palacio Nacional, Ciudad de México. Miércoles 22 de julio 2020. Presidente AMLO.

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  • Conferencia de prensa matutina. Martes 21 de julio 2020 | Presidente AMLO

    Conferencia de prensa matutina, desde Palacio Nacional, Ciudad de México. Martes 21 de julio 2020. Presidente AMLO.

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  • Los bulos se duplicaron en España un mes después del estado de alarma (y WhatsApp es uno de los grandes responsables)

    Shutterstock / Ascannio

    La International Fact-Checking Network –una unidad del Instituto Poynter que reúne a periodistas que verifican hechos a nivel internacional y de la que forman parte más de 70 países– había verificado a mediados del pasado mes de junio más de 6 000 contenidos o historias falsas sobre coronavirus desde el inicio de la crisis.

    En España, la organización periodística Maldita hizo público un buscador que recogía –a principios de mayo– hasta “480 mentiras, alertas falsas y desinformaciones sobre COVID-19” que había monitorizado.

    ¿Qué hubiera pasado sin ese trabajo de verificación de contenidos que circulan principalmente por debajo del radar de los medios de comunicación?

    Hemos llevado a cabo un estudio titulado “Infodemia y COVID-19. Evolución y viralización de informaciones falsas en España”, publicado en la Revista Española de Comunicación en Salud. El objetivo de nuestra investigación se centraba en analizar los datos sobre España presentes en el proyecto colaborativo LatamChequea durante la pandemia de la COVID-19.

    El 2 de abril de 2020, 21 organizaciones de fact-checking de 14 países lanzaron LatamChequea-Coronavirus para trabajar juntas en la verificación de contenidos sospechosos en torno a la pandemia –con fecha 15 de abril de 2020 eran 27 las organizaciones implicadas–.

    Investigación sobre noticias españolas

    Para la investigación se seleccionaron todas las informaciones pertenecientes a España y aportadas por Maldita a LatamChequea-Coronavirus entre el 14 de febrero y el 15 de abril de 2020.

    Esta selección, hecha por el equipo de chequeado a partir de las verificaciones en español y portugués realizadas para la CoronaVirusFacts Alliance, abarcaba el mes previo a la declaración del estado de alarma por parte del Gobierno de España y un mes con la vigencia de dicho estado. La selección respondía a la necesidad de identificar los tipos de bulos y su funcionamiento en dos periodos de tiempo con diferencias de contexto sustanciales.

    Selección y codificación de 166 piezas

    Tras un primer análisis, se decidió centrar la investigación solo en las piezas aportadas por Maldita. De esta manera se seleccionaron 166 piezas que fueron codificadas en las siguientes variables.

    Tipología de bulos: contagios, estado y evolución de la pandemia; formas de prevención y curas; medidas (públicas y privadas) adoptadas en la lucha contra la pandemia y para paliar sus efectos y otros.

    Fecha de verificación: antes del estado de alarma (del 14 de febrero al 14 de marzo de 2020) y durante el mismo (del 15 de marzo al 15 de abril de 2020)

    Origen y canales de distribución del bulo: redes sociales, mensajería instantánea o medios de comunicación.

    Intencionalidad del bulo: desmentir o ampliar información.

    Viralización en otros países: viralizado o no viralizado.

    Identificación de los promotores de bulo: identificado o no identificado.

    Aumento de la desinformación con la pandemia

    Sobre la distribución de los bulos verificados durante el periodo de investigación, se identificó un aumento significativo de la desinformación a medida que la pandemia se iba desarrollando. En el mes previo al decreto de estado de alarma solo se reportaron un 32,5 % de los bulos pasando a 67,5 % en el mes posterior.

    Los bulos se duplicaron en España un mes después del estado de alarma (y WhatsApp es uno de los grandes responsables) -  src=

    Elaboración de los autores.

    Hay que subrayar una mayor presencia de los bulos sobre contagios en la primera etapa de la crisis y una diversificación de las desinformaciones entre el 15 de marzo y el 15 de abril.

    Así, este tipo de bulos dio paso a piezas centradas en el origen de la pandemia, cuestiones relacionadas con la seguridad (estafas, fallos en aplicaciones informáticas, asaltos a domicilios…) o informaciones focalizadas en determinados colectivos de población (migrantes).

    WhatsApp se lleva la palma

    Los canales de información más relevantes para vehicular bulos fueron las redes sociales (36,1 %) y las aplicaciones de mensajería instantánea (36,1 %). En el caso de las redes, destacan Facebook y Twitter, y en menor medida Youtube e Instagram. Sobre las aplicaciones de mensajería, WhatsApp aparece como hegemónica.

    Otro de los rasgos destacables de la muestra analizada indica cierto carácter transnacional de los bulos. Si bien el porcentaje de desinformaciones que fueron localizadas en otros países suponía solo el 20 %, se identificó una tendencia cada vez más común. Los promotores de bulos tienen la capacidad de readaptar cualquier tipo de información a un contexto local.

    Noticias de autoría sin determinar

    Por otra parte, casi en el 75 % de las piezas verificadas no se determinó su origen, frente al 25 % en el que los promotores fueron identificados. La rápida difusión y las posibilidades de reenvío y publicación en plataformas de mensajería y redes sociales contribuyen a que la autoría de los bulos quede difuminada.

    Como conclusión, podemos afirmar que los bulos “explicadores” encontraron en la pandemia un terreno fértil para difundir desinformaciones sobre contagios y sobre cómo prevenirlos. También vías fructíferas, rápidas e incontrolables para su distribución a través de redes sociales y grupos de WhatsApp.

    The Conversation

    Raúl Magallón Rosa ha participado en el proyecto de Maldita.es “Cómo la desinformación alimenta el discurso de odio: xenofobia e intolerancia religiosa” financiado por la Fundación Pluralismo y Convivencia. Los resultados de esa investigación no tienen ninguna relación con el trabajo que aquí se presenta.

    José Manuel Sánchez Duarte no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

    Fuente: The Conversation (Creative Commons)
    Author: Raúl Magallón Rosa, Profesor del Departamento de Comunicación, Universidad Carlos III

  • COVID-19: mascarillas sí, pero rastreadores también

    Shutterstock / Elenabsl

    Las consecuencias de la COVID-19 están siendo dramáticas. Inimaginables durante los primeros momentos de la epidemia. La pregunta que hay que hacer es si se están poniendo en marcha todas aquellas medidas que son necesarias para la prevención y el control de la enfermedad.

    Cuando en marzo de 2020 la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró el estado de pandemia, señaló el nivel de inacción de gran parte de los gobiernos a nivel mundial. Son numerosas las ocasiones en las que el organismo internacional ha señalado que lo peor de la epidemia está por venir. Por desgracia, así es. El registro de contagios globales diarios a nivel mundial con frecuencia supera el máximo marcado la jornada anterior.

    Seis meses después del inicio de la crisis aún existe margen de mejora para poner en marcha medidas eficaces para la prevención y el control de la transmisión de la enfermedad en la mayoría de los países.

    Pero, ¿la prevención y el control de la COVID-19 solo dependen de acciones de gobierno? No. La prevención depende, sobre todo, de la responsabilidad individual y solidaridad social de cada uno de nosotros.

    Es decir, no hay que plantear el uso obligatorio de mascarillas o contratar más rastreadores. Es cuestión de cambiar la “o” por la “y”:

    Higiene de manos y mascarillas y distanciamiento social y rastreadores y diagnóstico precoz y aislamiento correcto y reservas estratégicas de material para la prevención y el tratamiento de la enfermedad y una apuesta por la salud pública y una atención primaria reforzada y recursos hospitalarios suficientes para el tratamiento de los casos más graves.

    Faltan mensajes claros

    Es posible que aquí se encuentre una de las debilidades principales en las estrategias seguidas para el abordaje del problema: la falta de un mensaje claro, sencillo y directo a la población sobre la necesidad de la coordinación y complementariedad de las acciones.

    Tan importantes son las acciones a nivel individual como las acciones de gobierno a nivel comunitario. La base de la prevención empieza por el individuo, y la población debe ser consciente de su papel principal en la prevención y control de la pandemia.

    Las dudas acerca de la COVID-19 y la falta de un mensaje claro sobre sus certezas son factores que han limitado y continúan limitando la adopción de medidas preventivas efectivas por parte de la sociedad.

    El SARS-CoV-2 es un virus de transmisión principalmente respiratoria. Para entender su prevención y control es importante conocer cuáles son los elementos de la cadena epidemiológica de la COVID-19: fuente de infección, mecanismo de transmisión y población susceptible de padecer la enfermedad.

    En primer lugar, la fuente de infección de la COVID-19 es la persona infectada, con independencia de la presencia o no de sintomatología. En segundo lugar, el SARS-CoV-2 se transmite por vía respiratoria, de persona a persona, a partir de microgotas que se producen al hablar, estornudar, toser, e incluso con la propia respiración.

    El tamaño de estas microgotas se sitúa entre 10 y 100 μm, lo que hace que no se transmitan más allá de los 2 metros desde la fuente de infección primaria. El papel de otras vías de transmisión resulta residual en la situación actual de la pandemia.

    Por último, cualquier sujeto que entre en contacto con el virus es susceptible de sufrir una infección por el SARS-CoV-2. De acuerdo con la cadena epidemiológica de la COVID-19, el uso de mascarillas y la apuesta por equipos de rastreadores son medidas complementarias y no excluyentes entre sí que deberían implementarse.

    El uso de la mascarillas se hace necesario si tenemos en cuenta que la COVID-19 es una enfermedad de transmisión respiratoria directa, persona a persona, con un alto número de casos asintomáticos y leves. Según el estudio de seroprevalencia español ENE-COVID, en torno al 33 % de las infecciones no presentan síntomas.

    El ruido ocasionado por las recomendaciones iniciales de la propia OMS y las autoridades sanitarias sobre el uso de las mascarillas, no recomendando su empleo salvo en los casos ya diagnosticados, ha lastrado su uso correcto. Este ruido fue acentuado, además, por la variedad de mascarillas existentes, su ausencia en determinados momentos y las iniciativas para fabricarlas a partir de materiales inadecuados y de efectividad limitada. También por la enorme cantidad de falsificaciones presentes en el mercado.

    Mascarillas obligatorias

    Las estrategias basadas exclusivamente en recomendar el uso de mascarillas frente a su obligatoriedad han fracasado. En esta “nueva normalidad” en la que nos encontramos, cada vez más países a nivel internacional y la mayor parte de las comunidades autónomas en España apuestan por el uso obligatorio de mascarillas.

    La sociedad debe ser consciente de que su papel es realmente importante en la prevención de la enfermedad. Si las mascarillas se utilizasen de forma correcta el riesgo de transmisión de la enfermedad desde gente infectada, ya sea sintomática o no, se reduciría, así como la posibilidad de infección de las superficies próximas.

    De igual forma, el riesgo de contacto con el virus de una persona sana también sería menor. De ahí que se deba apostar por el uso continuo y correcto de mascarillas con independencia de cuál sea la distancia social o el entorno, abierto o cerrado, en el que nos encontremos. La sociedad debe tomar conciencia de que una mascarilla que no cubra correctamente la nariz y boca, que esté humedecida, que no tenga el aval de conformidad europea o que se utilice por encima del tiempo de uso recomendado, equivale a no llevarla. Esto contribuye a aumentar la dificultad para el éxito en la prevención y el control de la extensión de la COVID-19.

    Los rastreadores son clave

    Por otra parte, los equipos de rastreadores deben entenderse como una medida complementaria. Su objetivo es hacer un diagnóstico precoz entre los contactos estrechos de un caso. Esto permitirá la identificación de nuevos casos, incluidos los portadores asintomáticos del virus, y facilitar su aislamiento en una fase muy precoz de la enfermedad.

    El trabajo de los rastreadores es clave a la hora de contener la transmisión de la COVID-19, disminuir la transmisión comunitaria de la enfermedad y conocer el impacto real de la misma (de los más de 2 350 000 casos de COVID-19 que se deben haber producido en España en la primera ola de la enfermedad según el estudio de seroprevalencia ENE-COVID, las cifras oficiales no recogen más de 250 000).

    El objetivo de un rastreador es llamar a todo caso positivo, entrevistarlo e identificar con qué contactos ha estado en los tres o cuatro días previos al diagnóstico con objeto de localizarlos, aislarlos y hacerles las pruebas para confirmar o descartar la enfermedad.

    Alemania tiene en torno a un rastreador por cada 4 000 habitantes. Hasta la fecha no se han definido cuántos rastreadores harían falta, pero se estima que el número ideal sería de uno por cada 5 000 a 6 000 habitantes.

    En España, todas las comunidades reconocen el papel y utilidad de los equipos de rastreadores. Confiemos que este reconocimiento se acompañe de una correcta definición de equipos, tanto en configuración como en número, para las necesidades reales de la actual pandemia.

    La saturación de UCI es un fracaso

    En definitiva, el uso obligatorio de mascarillas y el trabajo de los rastreadores son medidas complementarias destinadas a la prevención y el control de la COVID-19. Ambas medidas reducen tanto el riesgo de transmisión desde una persona infectada por COVID-19 como el riesgo de infección de la persona que está sana.

    El SARS-CoV-2 ha venido para quedarse y su prevención es cuestión de “y” en vez de de “o”. Deberíamos empezar a entender que la saturación del sistema sanitario o la falta de camas de UCI es consecuencia, entre otros factores, de un fracaso en la prevención de la enfermedad. Un fracaso de todos y cada uno de nosotros ante la falta de responsabilidad individual y solidaridad social con los más vulnerables.

    Hagamos un uso correcto de las mascarillas, la higiene de manos y la distancia social, y apostemos por plantillas de rastreadores adaptadas a las necesidades reales de la situación.

    The Conversation

    José J. Jiménez Moleón ne travaille pas, ne conseille pas, ne possède pas de parts, ne reçoit pas de fonds d’une organisation qui pourrait tirer profit de cet article, et n’a déclaré aucune autre affiliation que son poste universitaire.

    Fuente: The Conversation (Creative Commons)
    Author: José J. Jiménez Moleón, Catedrático de Universidad, Dpto. de Medicina Preventiva y Salud Pública, Universidad de Granada

  • Conferencia de prensa matutina. Lunes 20 de julio 2020 | Presidente AMLO

    Conferencia de prensa matutina, desde Palacio Nacional, Ciudad de México. Lunes 20 de julio 2020. Presidente AMLO.

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  • Cómo sobrevivir a los inevitables rebrotes de COVID-19

    Shutterstock / solarseven

    En los últimos días las comunidades autónomas están notificando un número creciente de casos confirmados de SARS-CoV-2 en España. Ante el repunte en los contagios, cabe preguntarse si el retorno a lo peor de la pandemia es una posibilidad real.

    El Ministerio de Sanidad ha recogido más de 260 000 casos confirmados y cerca de 28 500 fallecidos en España desde que comenzó la pandemia. Por supuesto, estas cifras son una infraestimación del número real y los casos no confirmados podrían multiplicarse por diez.

    En España han sido hospitalizados más de 125 000 pacientes con COVID-19, cerca de la mitad de los casos confirmados. En la última semana han sido más de 200. Un 10 % del total de hospitalizados requirieron ingreso en Cuidados Intensivos. Han sido 15 en la última semana.

    Tras la euforia de la desescalada por fases en las distintas comunidades autónomas, el número creciente de brotes (cerca de 200 en todo el país) ha despertado una gran inquietud. Hay miedo a un segundo confinamiento, como el que ya se ha promulgado en zonas de Aragón y Cataluña. Y habrá más en otros lugares.

    Es más que probable que los brotes de coronavirus se sucedan y aumenten a lo largo de todo el verano. Son la consecuencia inevitable de los desplazamientos. Los test diagnósticos ahora están más fácilmente disponibles para confirmar o excluir cualquier caso sospechoso y, a continuación, proceder al aislamiento y examen de los contactos. Afortunadamente, muchos de los diagnósticos actuales se hacen en personas asintomáticas y más jóvenes.

    ¿Cómo reducir el daño de una segunda ola de COVID-19?

    La experiencia vivida en la primera ola del tsunami de COVID-19 ha dejado una huella imborrable en cada uno de nosotros. Hemos aprendido mucho y tenemos que minimizar el daño de un nuevo confinamiento y de una segunda ola. Sin ser pesimista y aún en un buen escenario, es improbable que nos beneficiemos de una vacuna antes del verano próximo. Todo apunta a que tendremos brotes de COVID-19 para un año y tenemos que aprender a conjugar la salud y la economía con unas nuevas condiciones de vida.

    Los daños del confinamiento prolongado son devastadores en la economía y, peor aún, en la personalidad. Los humanos somos sociales y precisamos la estimulación derivada del contacto con otros. Esto es fácilmente reconocible en los niños, en los que el aislamiento perjudica el desarrollo psicomotor y cognitivo; pero también en los ancianos, donde la ausencia de estimulación acelera el deterioro asociado a la edad.

    Se describen a continuación las medidas que podrían tomarse para hacer frente a la pandemia por SARS-CoV-2 hasta que dispongamos de una vacuna protectora.

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    Medidas frente a COVID.
    Author provided

    Reforzar el sistema sanitario

    Hay que planificar que no coincidan las vacaciones del personal sanitario, evitando carencias frente a un recrudecimiento en agosto. La atención médica domiciliaria y la telemedicina deben ser potenciadas de modo especial, para evitar colapsos en los servicios de urgencia hospitalarios.

    En la crisis de marzo y abril no se recurrió apenas a los servicios que podía prestar la sanidad privada, que pudo haber descongestionado la presión que hubo en muchos servicios públicos. Ante una crisis sin precedentes como COVID-19, el principio de subsidiaridad es la mejor estrategia para asegurar a los ciudadanos la mejor asistencia sanitaria. Se trata de realizar convenios de colaboración con hospitales y compañías diagnósticas privadas españolas, que permitan ampliar la utilización de lo que ya existe y funciona. Hay que utilizar todos los recursos ya disponibles en nuestro país, sin depender de otros.

    Para descongestionar las urgencias y las camas de hospitales, hay que mejorar la atención domiciliaria por los equipos de Atención Primaria. Muchos pacientes con COVID-19 no requieren ingreso hospitalario y pueden beneficiarse del seguimiento en su hogar con controles telefónicos o presenciales diarios por parte de un equipo médico.

    En los hospitales deben planificarse zonas fácilmente convertibles en áreas COVID-19, con separación del resto. Debe contratarse el suficiente personal sanitario y asegurar disponibilidad de camas. De igual modo, hay que asegurar el suministro de material de protección y test diagnósticos que sean de suficiente calidad.

    Por último, hay que fomentar programas de formación en manejo y tratamiento de COVID-19, con criterios de seguimiento domiciliario; traslado a hospital; uso de corticoides, remdesivir e inmunomoduladores; prevención de sobreinfecciones bacterianas, etc. La formación online permite proporcionar muchos de esos conocimientos sin desplazamientos innecesarios y con fácil adaptación a horarios difíciles. Hay que fomentar que tanto las universidades públicas como las privadas, con el apoyo de la administración y de las empresas farmacéuticas, desarrollen programas formativos de excelencia.

    Proteger a los más expuestos

    El personal sanitario, los agentes del orden público (policías, etc.), los militares, el personal de limpieza, los trabajadores con exposición directa al cliente (cajeros, etc.) deben tener material suficiente de protección y utilizarlo debidamente.

    Un 24 % de los casos confirmados de infección por SARS-CoV-2 hasta junio ocurrieron en personal sanitario, mayoritariamente médicos y enfermeras. A ello contribuyeron el alto riesgo de exposición y la carencia de material de protección (mascarillas, guantes, gorros y batas desechables). No podemos volver a encontrarnos sin ese material en los hospitales.

    Proteger a los más vulnerables

    Las personas con un mayor riesgo de desarrollar neumonía y formas graves de COVID-19 son los ancianos, pacientes con otras enfermedades crónicas (diabetes, obesidad, cáncer, etc). Más de un 75 % de los fallecidos por COVID-19 en España tenían más de 75 años. Este grupo debe ser especialmente protegido de la exposición al SARS-CoV-2.

    Hay que procurar una medicalización suficiente de las residencias geriátricas y otras instituciones para discapacitados y otro tipo de personal dependiente (por ejemplo, enfermos mentales). Más de un 40 % de los fallecidos por COVID-19 en España vivían en residencias geriátricas o de discapacitados. Esos centros deben tener una asignación suficiente de personal sanitario y material de protección.

    Además, pueden tomarse otras medidas, como la vacunación precoz frente a influenza A y B; y frente a neumococo, para reducir el riesgo de coinfecciones.

    Educar en la responsabilidad personal del distanciamiento social

    La transmisión del SARS-CoV-2 ocurre casi exclusivamente por vía aérea, sobre todo por proximidad con un infectado. El inóculo viral (dosis infectiva) determina el riesgo de infección y la gravedad de la enfermedad. Apenas hay evidencia de transmisión a partir del contacto con superficies u objetos potencialmente contaminados. Por tanto, hay que centrar el esfuerzo en vivir el distanciamiento social. Hay que hacer obligatorio el uso de mascarillas fuera del hogar y hay que suspender aglomeraciones de personas en espacios cerrados.

    Unificar normativa: simple y para todo el país

    La coordinación centralizada a nivel estatal es fundamental, para evitar mensajes e interpretaciones equívocos. No debe haber disparidad de criterios entre comunidades autónomas.

    Hay que intensificar la identificación de casos positivos y proceder a su aislamiento y control médico. Por otro lado, hay que identificar a los contactos de riesgo, ponerlos en cuarentena y excluir el diagnóstico tan pronto como sea posible.

    Facilitar test diagnósticos

    Es una prioridad disponer de pruebas rápidas de screening para antígeno y anticuerpos del SARS-CoV-2. De forma ideal, esos test deberían poderse hacer en saliva y proporcionar el resultado en 10-15 minutos. Además, deberían estar a la venta en farmacias y poder hacerse por el propio paciente en caso de sospecha, tantas veces como fuera conveniente. Para evitar la dependencia de otros países y fiascos con compras de mala calidad, hay que ayudar a las empresas españolas de diagnóstico comprometidas en esta labor.

    Un estudio de 37 personas con PCR+ pero asintomáticas ha revelado que casi todos los infectados desarrollan anticuerpos a las 2-3 semanas. Estudios en macacos han demostrado que se trata de inmunidad que protege de la reinfección. Sin embargo, a los 2-3 meses se reducen los títulos de anticuerpos y no se detectan en un 20% de los casos asintomáticos. Aunque eso no significa que desaparezca la protección, hay que confirmar si esos anticuerpos pueden evitar un nuevo contagio a más largo plazo (por ejemplo, al cabo de 2-3 años). Es posible que la protección disminuya con el tiempo, pero evite que se produzcan formas graves de COVID-19.

    Impulsar la investigación española de antivirales

    Este momento de crisis nos debe unir. Es un buen momento para el proteccionismo bueno. Hay que apoyar las iniciativas de nuestros compatriotas comprometidos con que salgamos adelante. Es del máximo interés financiar becas y ayudas a grupos de investigación y empresas españolas que desarrollan antivirales e inmunomoduladores, explorando nuevos fármacos, formas en aerosol, antivirales de liberación retardada, etc), tanto para el tratamiento como para la prevención. Como reza el tópico que los anglosajones dicen de los españoles: “somos un país con personas bien formadas y con ingenio, pero nos falta constancia y organización. Por eso, los españoles son valorados y triunfan sobre todo en el extranjero…”.

    En ausencia de una vacuna que confiera protección inmune, se están desarrollando antivirales de acción prolongada que pudieran actuar como “vacunas químicas”. Siguiendo el modelo de la profilaxis pre-exposición (PreP) que se utiliza para prevenir el contagio del VIH, una alternativa atractiva para protegerse del coronavirus mientras no aparezca la vacuna protectora inmune podría ser la administración de antivirales de liberación prolongada.

    De este modo, un grupo americano acaba de describir nanoformulaciones de cabotegravir, un antirretroviral que solo requiere una administración anual. Imaginemos que pudiera obtenerse una formulación equivalente para remdesivir u otro antiviral eficaz frente al SARS-CoV-2. En espera de una vacuna inmune, estos ‘antivirales depot’ podrían permitir la protección de las poblaciones más vulnerables frente a COVID-19.

    The Conversation

    Vicente Soriano no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

    Fuente: The Conversation (Creative Commons)
    Author: Vicente Soriano, Facultad de Ciencias de la Salud & Centro Médico, UNIR – Universidad Internacional de La Rioja